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En 1990 se publica uno de los primeras textos de la teoría queer, la Epistemología del Armario de la teórica norteamericana Eve Kosofsky Sedgwick, obra que trabaja el “Pánico homosexual”, una incertidumbre de los agresores sobre su propia identidad sexual, supuestamente amenazada por las sospechadas “minorías sexuales”. Un odio alimentado de prejuicios cristalizados en imaginarios patológicos y estigmas, representaciones negativas y tóxicas promovidas por una cultura totalitaria y heterocentrada, que refuerza los actos violentos de las personas que continuamente ejercen prácticas de coerción, discriminación y segregación en contra de otros, solo por el hecho de habitar la diferencia.
Cultura del odio que no es ajena a los contextos latinoamericanos, debido una gran tradición patriarcal hegemónica que ha reforzado la vulneración de los derechos humanos fundamentales, que hasta hoy en día se perpetran a pesar de haberse promulgado leyes como la ley Zamudio “20.609”. Hechos que llevaron a movilizar a distintos activistas para seguir luchando por un país más justo y libre. Entre ellos Andrés Valenzuela, Productor digital y videasta, quien tras algunos años de activismo independiente por los derechos de la comunidad LGTBI decide en 2018 aventurarse en un proyecto de visibilización socio-cultural, así nace Chile Visible, según declara:
“Chile visible es el sueño de tener un país donde podemos ser quienes queramos ser, y podamos ser visibles ante el mundo, sin quien nadie te diga nada, ¿Por qué la gente tiene que opinar acerca de cómo te ves, cómo te vistes, y menos sobre con quien te acuestas?, y sobre todo, cuando la gente habla de diversidad, tiende a pensar en los genitales del otro, tiende a pensar en el morbo.”
De esta manera Chile Visible emerge como un vehículo que busca ampliar la mirada, para abrir pupilas y correr el velo de la homofobia, llenando de luz todas las gamas de los colores que recubren esta larga franja de tierra llamada Chile. Con aquel sueño, Valenzuela y su lente abre las escotillas de una diversidad sexual, pero no para clasificarla ni describirla como un mapa taxonómico de la sexualidad como una rareza, sino más bien nos invita a develar la cotidianidad de vidas sexo-diversas más allá del estereotipo, iluminando violencias, amores y desamores, tristezas y alegrías de vidas transitadas por el afecto y la sensibilidad de vivir la diferencia.
Por otra parte la visibilidad de la diversidad sexual ha sido perseguida y censura por siglos, provocando una carencia de memoria para las personas LGTBI+, quienes han buscado referentes y espejos donde reflejar sus experiencias en películas eróticas heterosexuales, revistas de ropa interior o el cine entre otros, medios que han obliterando la posibilidad de una imagen positiva o incluso otorgar diferentes posibilidades de vivir la sexualidad fuera de los marcos regulatorios de la heterosexualidad obligatoria. Un ejemplo de aquella coerción fue el código Hays (1934) en Estados Unidos, prohibió la representación de personajes LGTBI+ en la industria del cine, evitando toda visibilidad de cuerpos, gestos y códigos que demostraran una sexualidad no heterosexual, marcando un largo periodo de oscuridad y censura.
Hechos que no estuvieron exentos en Chile, puesto que con la llegada de la Dictadura cívico militar, los canales de TV y el cine formaron parte de la propaganda familiar y el binarismo extremo entre el hombre militar o empresario y la mujer objeto y ama de casa, contextos que dieron paso posteriormente, con la llegada de la democracia en Chile, a la apertura de campos de visibilización con la aparición del primer movimiento homosexual MOVILH histórico, quienes grabaron un documental producido para la comisión del Ministerio Nacional, Vulnerabilidad frente al VIH/SIDA y homosexualidad, muy al estilo del documental estadounidense Word is Out (1977), de Mariposa film Group. Ambas producciones audiovisuales llevaron la experiencia íntima de lo cotidiano a un medio masivo, con el fin de concientizar a las poblaciones sobre la situación de marginación y opresión que sufrían las personas seropositivas que se encontraban atacadas por el VIH/SIDA, además de prevenir y educar sobre las prácticas de riesgo, obra audiovisual que generaba el primer gesto de visibilización audiovisual en torno a las problemáticas vividas por personas de la diversidad sexual, específicamente varones homosexuales, bajo contextos en donde todavía se penalizaba la sodomía bajo el artículo del código penal 365, según recuerda Valenzuela:
“Hay personas que se sienten raras, porque no tiene a alguien que se parezcan a ti, y los medios tienden a mostrar estereotipos, está bien que el homosexual sea afeminado, pero está mal que te lo muestren como chiste. Cuando yo salí del clóset en el 2000, recién en Chile había dejado de ser ilegal la sodomía, entonces estaba todo este estereotipo de estar oculto, de que el homosexual tenía que salir en la noche porque su visibilidad atentaba contra la moral y las buenas costumbres”
En este sentido, Chile Visible nos muestra una biografía diversa que busca insistir desde una perspectiva feminista en que “lo personal es político”, abriendo un campo de emancipación educativa en el cual no se puede aislar la política y el poder de decisión de cambio de una sociedad más justa de la vida de sus ciudadanos. Por eso Valenzuela instala su lente como flujo mediador de la visibilidad biográfica con sus matices y circunstancias, problemáticas y conflictos de distintas personas que conviven en esta sociedad, pulsando con veracidad que una sociedad no puede avanzar sin la necesidad de reflexionar sobre sus propias biografías, que a su vez conforman el cuerpo social que nos constituye como una sociedad de derechos. Chile visible polifónico, que invita a abrir los ojos por medio de testimonios cargados de sensibilidades y afectos, donde el respeto, la ternura, el deseo y el placer se presentan como luchas por ser quienes somos, para amar y amarnos sin miedos ni temores.
Texto por Dimarco Carrasco, Historiador y activista LGBTIQ+